En la sociedad actual, la difusión de las falsificaciones ha adquirido una importancia considerable, lo que repercute negativamente tanto en la calidad y seguridad de los productos desde una perspectiva más puramente económica y social.
El problema es aún más evidente en el sector agroalimentario específico, donde asistimos a una fenomenología particular: la introducción masiva de productos "baratos" para satisfacer las necesidades de ahorro de muchos consumidores finales que intentan llegar a fin de mes.
Sin embargo, muy a menudo, el producto "barato" pierde toda garantía de trazabilidad, origen y originalidad exigida por la legislación nacional y comunitaria y los convenios internacionales, por lo que no hay garantía de su calidad.
Desde el punto de vista económico, el sector agroalimentario en Italia es una fuerza estratégica y motriz para toda la economía nacional.
Italia es el país europeo que cuenta con el mayor número de productos agroalimentarios certificados según la normativa de la UE, en cuanto a las calificaciones d.o.p. (denominación de origen controlada), i.g.p. (indicación geográfica protegida) y s.t.g. (especialidad tradicional garantizada), a lo que hay que añadir los numerosos vinos entre d.o.c.g. (denominación de origen controlada y garantizada), d.o.c. (denominación de origen controlada) y la i.g.t. (indicación geográfica territorial).
El compromiso de la Guardia di Finanza en el sector agroalimentario encuentra su base en las competencias específicas de policía económico-financiera y de policía judicial encomendadas al Cuerpo por la normativa vigente.En consonancia con las responsabilidades operativas primarias que le encomienda la Ley, la Guardia di Finanza se compromete, prioritariamente, en la lucha contra la falsificación y la alteración de alimentos y, sólo incidentalmente, con ocasión del desarrollo de los resultados operativos surgidos en el curso de otras actividades de investigación, en la lucha contra la adulteración y la alteración, ámbitos en los que subsiste una competencia preeminente de otros Cuerpos Policiales y de la Inspección Central para la protección de la calidad y la Represión de los fraudes de los productos agroalimentarios (Ispettorato Centrale della tutela della Qualità e della Repressione Frodi dei prodotti agroalimentari) , con la que el Cuerpo mantiene constantes relaciones de colaboración operativa.
El sector agroalimentario, además, no sólo se ve afectado por las conductas ilícitas que acabamos de describir, destinadas a simular el origen, la calidad, la composición y la autenticidad reales de los productos. La experiencia operativa, en efecto, ha sacado a la luz diversos fenómenos de ilegalidad atribuibles a los siguientes contextos
- "fraudes" en la recaudación de las contribuciones de los instrumentos financieros de la política agrícola común de la Unión Europea;
-"fraude" en perjuicio del sistema de seguridad social, al obtener indebidamente prestaciones por desempleo, trabajo y ayudas a la renta en el sector agrario
- la "evasión" fiscal y el trabajo no declarado vinculado a actividades reales de explotación laboral, en forma de los llamados "caporalatos";
- la "infiltración" de la delincuencia organizada en la gestión, adquisición y financiación de empresas agroalimentarias.
Por tanto, detrás del mundo de la falsificación en el sector agroalimentario, entendido en el sentido más amplio del término, hay un verdadero negocio ilegal que tiene múltiples efectos.
El producto alimentario engañoso que acaba en las mesas de los italianos produce un daño que pagan, directa o indirectamente:
- los "consumidores finales", que compran un producto que puede ser perjudicial y dañino para su salud y a veces incluso para su seguridad física, pagando además a menudo un precio "injusto" que no tiene en cuenta la calidad real del producto;
- los "operadores económicos" legales y honestos, que sufren la competencia desleal de las empresas "criminales", que distorsionan las reglas del buen funcionamiento del mercado;
- la "Hacienda Pública", que se ve perjudicada en términos de reducción de ingresos, dado que la mayoría de los operadores operan en una situación de total clandestinidad, incumpliendo todas las obligaciones de declaración y pago previstas en la legislación fiscal vigente, o bien abatiendo los beneficios derivados de las actividades ilegales mediante el uso de facturación falsa;
- el "Estado", que se enfrenta a problemas de carácter social, como el empleo de trabajadores no declarados (a menudo ciudadanos irregulares no comunitarios);- "imagen del Made in Italy", porque los productos de mala calidad y/o alterados afectan directamente al buen nombre de la excelencia agrícola y alimentaria italiana.
El patrimonio agroalimentario italiano es único en el mundo por su calidad y variedad. La cultura gastronómica y los productos alimentarios italianos son famosos y apreciados por los consumidores de muchos países. Esta popularidad ha provocado el crecimiento de una economía paralela que, al robar cuotas de mercado a los productos protegidos, causa un gran daño a las empresas italianas. Este fenómeno se conoce como "Italian Sounding", es decir, el uso de denominaciones geográficas, imágenes y marcas que evocan a Italia para promocionar y comercializar productos que no pueden ser rastreados hasta nuestro país.
La industria agroalimentaria italiana DOP, IGP y STG sigue mejorando sus resultados año tras año y en 2019 alcanza los 7.660 millones de euros en valor de producción. El valor del consumo, de 15.300 millones de euros, crece un 6,4% interanual, y un 63% en la última década. Estas cifras se deben principalmente a la consolidación y el crecimiento de los grandes productos certificados, pero también son el resultado de la aparición de cadenas de suministro más pequeñas y de nuevos productos con DOP.
En cuanto a las exportaciones, el sector de los alimentos con IG alcanza en 2019 los 3.800 millones de euros, lo que supone un aumento del 7,2% en términos anuales, y las exportaciones agroalimentarias con DOP han crecido cada año en valor durante la última década, con una tendencia del 162% desde 2009. Los principales mercados siguen siendo Alemania y Estados Unidos, que representan casi el 40% de las exportaciones de alimentos con DOP en valor, seguidos de Francia, Reino Unido, España y Canadá.
(Fuente de datos: "Ismea - Informe Qualivita 2020 sobre la producción de alimentos y vinos italianos con DOP, IGP y ETG).